Amor y Sexualidad

A los 30 todos tenemos lastre emocional

Será que Miguel Bosé tiene razón y después de cierta edad en la vida “no hay un puto corazón que valga la pena, no hay un puto corazón que no venga herido de guerra”, ¿será que tiene razón el amante bandido?, ¿será que después de cierta edad hay que resignarnos a encontrarnos con personas llenas de traumas y lastres emocionales?, ¿será?

Acaso yo puedo quejarme de las heridas de guerra de los demás sin ver mi propio y traumatizado corazón, acaso yo puedo quejarme como lo hizo Bosé en esta sublime canción de desamor y pensar que no hay un puto corazón que valga la pena, que no hay un corazón sin carga o problemas, pero entonces me pongo a pensar ¿acaso mi corazón si vale la pena?, y lo más interesante, ¿entonces si vale la pena porque nunca nadie se arriesga?, ¿acaso mis heridas emocionales no son tan graves como las de los demás y por eso nadie se arriesga?

¿Acaso yo seré probablemente una de las pocas personas en este planeta a la que nunca le han roto el corazón?, mmmmmmm, noooooooo, mi corazón si bien nunca ha pasado por graves batallas, tampoco es un corazón virgen, debo decir y con la edad, que todos los corazones han sufrido heridas de guerra, unas más profundas que otra. Algunos corazones están más dañados que otros, pero todos tenemos cicatrices cuando se habla de temas amorosos, todos tenemos miedos, todos tenemos lastres, todos tenemos traumas pero la diferencia radica en que hay quienes seguimos intentándolo y aferrándonos a esa idea de encontrar algo que valga la paz por la que hay que apostar.

Miguel Bosé tenía razón y no hay un solo corazón que no venga herido de guerra, no hay un corazón que no vaya de pena, no hay un puto corazón en toda esta tierra que de descanso y no haga preguntas, ahora todos los corazones tienen dudas, tienen miedos y tienen recelos.

Supongo entonces que todos a los 30 tenemos equipaje emocional, ah, solo por eso extraño mi vida romántica a los veinte, bien, tampoco era muy estable y estaba llena de dudas, pero cuando uno tiene veinte no hay miedos, no hay heridas que sanar, no hay traumas que superar y no hay corazones heridos que te lastimen por sus heridas que no cierran.

A los 30 todos tenemos lastre emocional

Dicen que la experiencia llega por algo, que la experiencia nos hace más sabios y precavidos, es cierto, pero también nos hace temerosos y nos hace no arriesgarnos. La experiencia, la edad y esas heridas y cicatrices que surgen por haber saltado intentando volar, esas heridas se quedan. Si bien para algunos, un corazón lleno de cicatrices es algo hermoso, porque cada cicatriz es un recuerdo y un aprendizaje, en la actualidad esas heridas pesan, esas heridas evitan a las personas vivir para convertirse en más que recuerdos en demonios extraños.

Bien, yo siempre me he considerado una gran romántica, una persona que por el amor haría cualquier cosa, sin pensarlo, y hoy en día sigo afirmando eso. Por amor hago cualquier cosa, incluso aprender a escuchar; pero una cosa es vivir el amor o la experiencia amorosa desde un punto de vista unilateral, en el que yo haría cualquier cosa, poética, loca, arriesgada u osada; porque siempre he creído que mi corazón es tan grande que podría hacer milagros. Pero últimamente he descubierto algo que pesa, y son las heridas de los demás, los lastres emocionales de las otras personas y como poco a poco se han blindado para evitar que cualquier persona los lastime, así cualquier acción que un romántico intente por amor verdadero es anulada por causa de estas heridas.

Eso suena sensato, y es algo sensato que pasa con la edad, pero si no permites que nadie entre a tu corazón ¿Qué vas a hacer?

Ese es el gran problema hoy en día, no hay ni un corazón que valga la pena, ni uno solo que no venga herido de guerra y yo sigo aquí. Yo no quiero pasados cargados de impuestos, ni busco imposibles en cielos abiertos pero busco algo que valga la paz por la que hay que apostar.
Yo busco un amor inmenso y sin herida, sin historia y a medida, preparado a no entender, un amor que no busque salida y no me cueste la vida, pero no hay ni un corazón que valga la pena.

Tal vez ese sea mi lastre, estoy perdiendo la esperanza, la esperanza de todo puede suceder, la esperanza de encontrar a mi justo opuesto, supongo que esa es mi herida de guerra estoy perdiendo la fe de que todo es posible, estoy perdiendo la fe de que mi corazón vale la pena.

Pero que se le va a hacer, a cierta edad todos hacemos lastres emocionales que nos evitan ser felices y evita que otro se arriesgue amando a nuestro corazón, el chiste está en aprender cuando soltar equipaje emocional, o tal vez no sea soltarlo, sino cargarlo con alguien más.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com

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