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Me operaron del apéndice

Por alguna extraña razón había postergado mucho esta entrada, – más de dos semanas – creo que después de todo, con el paso de los años voy aprendiendo a atesorar de forma personal y privada las cosas importantes que me suceden en la vida; y aquellas cosas que me marcan, supongo que voy a dejarlas como aprendizajes personales que solo quiero para mí.
Tal vez esa sea la razón por la cual no hice de dominio público mi operación y solo mis muy allegados se enteraron de que mi vida estuvo a punto de terminar por una breve fracción de tiempo que definió mi vida adulta; digo, no quiero sonar muy dramática, pero finalmente eso es muy difícil para un escritor, amateur o profesional. Los que escribimos lo hacemos siempre de forma romántica, personal y muy pasional; así que seguramente quitarle lo dramático a una experiencia cotidiana de la vida suele complicarse y más cuando es una operación que te lleva al borde entre la vida y la muerte.

Curiosamente siempre había pensado, o bueno, últimamente, lo había pensado mucho, qué pasaría si muriera, que pasaría si estuviera en una de esas experiencias de vida o muerte, en la que ves frente a tus ojos aquellas cosas que importan, que pasara por mi cabeza, que sentimientos experimentaría. Pues bien, seguramente muchos pensarían que solo pensaría en mi legado, en lo que dejo y lo que me llevo; pero curiosamente solo pude pensar en mi familia, en mis padres, en mi hermano, mis mascotas y esas personas muy cercanas a mí y solo podía estar muy triste por dejarlas tan pronto.

Y es que en el justo momento en el que el medico puso frente a mí, mi mortalidad y el hecho de que mi vida estaba en un cruce de caminos, ese de seguir viva o pasar a otro plano; es en ese momento cuando la ves real y piensas cosas tan tontas como el dinero de costear una operación así y lo otro, ¿Qué pasa si en verdad muero?, en ese momento lo que te preocupa es lo que dejas, obvio, después de pasar por los pasos de aceptación de algo de este tipo como la negación, ira, coraje, frustración y otras cosas que aquejan a tu mente y mientras te retuerces en un dolor intenso, te planteas tu vida, lo que no quieres dejar y las cosas que todavía quieres hacer.

Aunque habrá quien diga, la apendicitis, es algo normal, no debería ser cuestión de vida o muerte; porque después de todo, es un procedimiento normal quitar un apéndice, diariamente muchas personas se someten a esa operación y hay muchas personas sin apéndice; pero cuando miras con atención, cuando realmente pones atención y ves ese procedimiento con la atención que debes darle, es más seria de lo que parece y un simple apéndice puede cobrarle a una persona una factura muy cara.

Afortunadamente para mí, allá arriba me quieren mucho y seguramente tienen un plan para mí, porque después de una operación muy grave, sigo aquí, dando lata y apreciando lo bueno de la vida y descubrí después de mi experiencia cercana a la muerte, que las drogas para anestesiarte están cañonas y te dejan con unos alucines bien locos; pero principalmente aprendí que lo más importante de la vida son las personas que te rodean, aquellas que te quieren y que harían cualquier cosa por ti, desde preocuparse mucho por tu salud, hasta ayudarte en tu recuperación mientras estas convaleciente.

Y eso es lo que me llevo en el corazón a mi familia y a todas esas personas que se ocuparon y preocuparon efectivamente por mí, personas que con sus cuidados y amor, se fundieron en el mío.

Pero también aprendí a conocer mi cuerpo, yo la señorita salud, que come sanamente y hace ejercicio y nunca había experimentado un dolor de esa magnitud, aprendí a comprender mi cuerpo y saber que es un dolor intenso.

Después de dos semanas de reflexión, de ver mi vida en peligro, pude comprender lo frágil que es nuestra existencia y a comprender las cosas que en verdad importan; esas lecciones me las llevo en la cabeza y se grabaron en mi corazón. Ah y bueno, también traigo las cicatrices de batalla de la operación, tres pequeños puntos, que me recordarán ese instante entre la vida y la muerte, ese instante de mi operación laparoscópica para limpiar y extraer mi pobre apéndice, que en paz descanse, él está en el cielo y yo lo recordare con amor, mientras siga viva.

Yes

Bloguera de hueso colorado desde el 2008. Porqué siempre hay algo que decir yes@elblogdeyes.com